Sus insultos se escuchaban en toda la pequeña sala. Yo miraba desde otra perspectiva no estaba dentro de la situación. La niña de ojos tristes no pudo evitar unas lágrimas salir de sus ojos, mientras la engreída joven se marchaba contenta de haber dañado una vez más a la pequeña niña. Sus lágrimas corrían por sus mejillas, posé mi mano en su cara secando unas cuantas lágrimas. Me molestaba que la joven molestara a la pequeña niña pero más me molestaba que la pequeña niña no se supiera defender. Esto ya había pasado un par de veces y ella aún no encontraba la forma de hacerse respetar, pensé que quizás no le importaba pero en sus ojos se notaba el miedo de responderle. No me agrada eso de no hacer algo por temor, para nada. Pero recuerdo que todos pasan por eso alguna vez, no?
miércoles, 8 de abril de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Interesante.
ResponderEliminarMe gusta que tengas estilo. Hay que saber canalizarlo, eso sí. Pero ya he hecho saber mi opinión.